sesentaycuatro, posted on miércoles, 1 de octubre de 2014 at 19:43

son solo garabatos dibujados en una costa de las playas de mar del plata, calcados en una hoja de papel con tu fragancia a mandarinas sin madurar. y cuando dejaron de ser agradables ante mi perspectiva, los arrojé lejanos hasta que dieron la vuelta al mundo en ochenta días y se presentaron una madrugada que transpiraba un clima helado, apareciéndose como pesadillas de maldades afiladas, para que luego me derrumbará mientas el muro nadaba de espaldas y lloraba un poco entre el océano pacífico y la tierra. entre gemidos desee quemarlos, desperdigarlos por allí sin vías de retorno, ansiaba herirlos en la mente hasta las entrañas y confundir todo ese mantra de cuestiones con nada más que retazos de algo que nunca sucedió realmente. mientras me hamacaba en la mecedora y el lápiz perdía su control entre mis articulaciones, la ventilada del agua con impotencia, rompía contra esos inventos en la arena y me llenaba de reflexiones que sabías darme únicamente y con gracia. pero, ¿de que manera puede uno enterrar algo que añora con tanta implicación? ¿de que manera puedo yo, un terco de barrio inusual, darle la espalda a tanto romance vivido? ¿y como olvidar tus facciones garabateadas que estremecen de par en par, a la mitad, al medio o en pequeños pedacitos? deberá ser por alguna brujería que los garabatos con aroma a tierra empapada siguen regresando ante mis rodillas con moretones, tal vez porque te quiero o porque en realidad ya no lo hago, pero hay sombras entre las muchedumbres que ya no saben como proseguir luego de los mamarrachos, las adicciones o los corazones rotos.

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